sábado, enero 25, 2014

La habitación oscura | Isaac Rosa


No te quedes ahí. Vamos, entra, ya estamos todos. Tras la cortina, la puerta: está abierta, solo tienes que empu- jarla, mientras en tu espalda pesa la tela que se cierra de- jando atrás la escasa luz del pasillo. La puerta cede sin esfuerzo, y al avanzar un par de pasos sientes que la oscu- ridad se ha solidificado en tu cara, áspera, pero no: es el segundo cortinaje, que pende de una barra en semicírcu- lo para no entorpecer el recorrido de la puerta. Parece una exageración, dos cortinas, pero solo así estamos se- guros de que no se filtra ni una aguja de claridad cada vez que alguien entra o sale de la habitación oscura. Es un paño corrido, deja de manotear para abrirte paso: solo puedes franquearlo por los laterales, a la manera en que accedes a un templo. Una vez dentro buscas referencia en la pared más próxima: apoyas la mano en la superficie mullida. Desde ahí puedes continuar por el perímetro, sin soltar el tabique; o dar unos pasos hacia el centro de la estancia, con las manos adelantadas. No hay riesgo de chocar con ningún mueble, ya lo sabes, todo el mobiliario se limita a tres colchones alineados en la pared del fondo y un par de sofás en los laterales.


Me acerqué a este libro sin tener ni idea de su argumento, si lo hubiese sabido, seguramente que no lo hubiese leído. Y no porque sea un libro malo sino porque yo soy de los que pienso que hay que leer historias que te gusten o que te motiven o que te entretengan o que te diviertan. La habitación oscura para mi ha sido una lectura desoladora, y esa oscuridad no me ha ayudado a ver las cosas claras.  Por esa misma razón he dejado de ver lo telediarios, parece que hay una mano negra que intenta que todos los días tengamos miedo, no hablan de cosas positivas sino todo lo contrario y con esta lectura es lo que me ha ocurrido. Lo que si tengo que decir a favor de este libro es la inteligente utilización de la habitación oscura, como metáfora para desarrollar toda la historia.

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