miércoles, diciembre 04, 2019

El hombre del revés | Fred Vargas



El martes aparecieron cuatro ovejas degolladas en Ventebrune, en los Alpes. Y el jueves, nueve en Pierrefort.
–Lobos –dijo un viejo–. Bajan hasta nosotros.
El otro vació su vaso, levantó la mano.
–Un lobo, Pierrot, un lobo. Una bestia como nunca has visto. Que baja hasta nosotros.

Había dos tipos, estirados en la maleza.
–No te imaginarás que vas a enseñarme mi trabajo –susurró el primero.
–No me imagino nada –respondió su compañero, un tipo alto, de pelo largo y rubio, que se llamaba Lawrence.
Inmóviles, empuñando los prismáticos, los dos hombres observaban una pareja de lobos. Eran las diez de la mañana, el sol les cocía los riñones.
–Ese lobo es Marcus –prosiguió Lawrence–. Ha vuelto.
El otro sacudió la cabeza. Era un hombre de la zona, bajito, moreno, un poco terco. Llevaba seis años cuidando los lobos del Mercantour. Se llamaba Jean.
–Es Sibellius –murmuró. –Sibellius es mucho más grande. No tiene ese mechón amarillo en el cuello.
Turbado, Jean Mercier ajustó los prismáticos, los limpió de nuevo y examinó con atención el lobo macho que, a trescientos metros al este de donde estaban escondidos, daba vueltas alrededor de la roca familiar, alzando de vez en cuando el hocico al viento.


Tenía claro que por lo menos iba a leer dos novelas seguidas de esta autora, la primera, El hombre de los círculos azules, no me convenció mucho pero conocía por las críticas que era el primer paso para empezar a disfrutar… en esta segunda entrega, El hombre del revés, he disfrutado sobre todo con el desarrollo y crecimiento de los antiguos personajes y el nacimiento de los nuevos; con estos nos hemos llevado una grata sorpresa debido a su singularidad. El hombre del revés nos es el típico libro que te mantiene en vilo hasta el final, Fred Vargas a la mitad de la historia ya te esboza quien puede ser el culpable y a partir de ahí se van desencadenando los hechos que te llevarán al desenlace final sin sorpresas. Es curiosa esta manera de idear la trama porque creo que es su estilo, en el libro anterior más o menos seguía el mismo patrón. Un raro patrón para la novela negra. Y como sigo queriendo disfrutar en breve leeré su tercera entrega, Los cuatro ríos, menos mal que no empieza por El hombre… porque ya sería una rallada.

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