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domingo, marzo 06, 2011

El museo de la inocencia | Orhan Pamuk


1. EL MOMENTO MÁS FELIZ DE MI VIDA

Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de haber comprendido que aquél era el momento más feliz de mi vida, nunca lo habría dejado escapar. Ese momento dorado en que una profunda paz espiritual envolvió todo mi ser quizá durara sólo unos segundos, pero me pareció que la felicidad lo convertía en horas, años. El 26 de mayo de 1975, lunes, hubo un instante, hacia las tres menos cuarto, en el que pareció que, de la misma forma que nos liberamos de nuestras culpas, pecados, penas y remordimientos, también nos liberamos de las leyes de la gravedad y el tiempo en el mundo. Besé el hombro de Füsum, sudoroso por el calor y el sexo, la abracé lentamente, entré en ella y le mordí ligeramente la oreja izquierda, cuando de súbito el pendiente que llevaba pareció quedarse detenido en el aire durante largo rato y luego cayó pos su propio peso. Éramos tan felices que fue como si no percibiéramos aquel pendiente, en cuya forma no me había fijado ese día, y seguimos besándonos.
Fuera lucía ese cielo resplandeciente tan característico de Estambul en los días de primavera. En las calles el calor hacía sudar a los estambulíes, que aún no se habían librado de los hábitos del invierno, pero en el interior de las casas, en las tiendas y a la sombra de los tilos y los castaños seguía haciendo fresco. Notábamos una frescura similar procedente del colchón que apestaba a rancio sobre el que hacíamos el amor olvidados de todo como niños felices. A través del balcón abierto sopló una brisa primaveral con perfume a mar y a tilos que levantó los visillos, los dejó caer en cámara lenta sobre nuestras espaldas y provocó un escalofrío en nuestros cuerpos desnudos.


Un autor del que sólo he leído dos libros, pero leyendo las primeras páginas ya se le reconoce. En esta ocasión Orhan Pamuk a través de Kemal nos narrará la historia de un capricho que pasó a ser en una obesión y terminó en un amor fracasado, todo ello aderezado con la idiosincrasia de una Turquía de los 70 en cambio. La historia es muy bonita pero también triste, melancólica, crítica, sentimental y esto hizo que desde el principio no me sintiese agusto con la lectura. En muchas ocasiones incluso se me hizo pesada debido a la gran cantidad de detalles y descripciones sobre la burguesía turca. Pero una vez que has terminado y comprendido la historia, te sobrecoge. Incluso al final del libro el autor le da una vuelta de tuerca más a la tristeza, aunque pareza imposible, cuando Kemal dice que la gente tiene que saber que a pesar de todo el ha sido feliz en el transcurso de su vida. Un libro muy recomendable que empieza con una oda a la felicidad y termina igual, aunque desde mi punto de vista yo no considero que el final sea feliz.

viernes, mayo 14, 2010

La Casa del Silencio por Orhan Pamuk


--La comida está lista, señora--le anuncié--. Puede sentarse.
No me contestó. Permanecía de pies apoyada en su bastón. Fui hasta ella, la cogí del brazo y la senté a la mesa. Solo susurro algo. Bajé a la cocina, tomé la bandeja, se la llevé y la dejé ante ella. La miró pero no tocó la comida. Caí en la cuenta cuando alargó el cuello refunfuñando. Saqué la servilleta y se la anudé pasándola por debajo de sus enorme orejas.
--¿Qué has preparado esta noche? ¿Qué te has sacado de la manga, vamos a ver?
--Berenjenas guisadas. ¡Como ayer me las pidió…!
--¿La de mediodía?
Empujé el plato hacia ella. Tomó el tenedor y removió las berenjenas protestando. Después de machacarlas un rato comenzó a comer.
--Señora, aquí tiene su ensalada.
Salí de nuevo, serví berenjenas también para mí, me senté y comencé a comer.
Poco después gritó:
--¡Sal! Recep, ¿dónde está la sal?
Me levanté y subía ver. La tenía a mano.
--¡Ahí tiene su sal!
--Esto es nuevo. ¿Por qué te vas mientras estoy comiendo?
No responí.


Éste es un libro no elegido, el que realmente quería leer era El Museo de la Inocencia, pero no pudo ser… de momento. De La Casa del Silencio podemos decir que es un libro sobrecogedor, una historia de personajes narrada por ellos mismos. Distintos puntos de vista, distintos tonos y distintos ritmos. He de confesar que cada vez que el narrador era la Abuela se me encogía el corazón. En toda la obra Orhan demuestra ser un genio y os daréis cuenta de la trampa que nos propone el autor debido al casi silencio de uno de los personajes.