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miércoles, marzo 04, 2020

Los tiempos del Odio | Rosa Montero



—Sin amor no merece la pena vivir.
Ángela había pronunciado las palabras en voz alta, como el juez que dicta la sentencia definitiva sobre su propio destino.
Y a continuación se entregó al dolor de manera voluptuosa, casi suicida.
Al dolor y a la vergüenza. Porque, ¿qué era peor en un rechazo sentimental, la pérdida del proyecto luminoso con el otro, o la tortura añadida de sentir tu bochornosa falta de atractivo, tu inadecuación e insignificancia? No había mayor humillación imaginable que el desdén o la indiferencia del amado, que por añadidura reflejaban la indiferencia y el desdén del Universo entero. Ángela tragó el buche de hiel de su último fracaso y tuvo la certidumbre, una vez más, de que ella era incapaz de suscitar cariño. Y de que el mundo la volvería a señalar con burla, como siempre.
Un cuchillo de pena.
Los pedazos de su corazón cayendo al suelo con tintineo de lata.
No, no había logrado que su amado la amara. Ni siquiera había conseguido que la tomara en cuenta. Había hecho de nuevo el ridículo, y el ahogo de su propia ignominia la dejó boqueando. No podía soportar pensar en ello y, sin embargo, no podía apartarlo de su cabeza. El hermoso futuro que había imaginado junto a su amado se estaba derrumbando en estos momentos sobre ella con fragor de avalancha. Ángela contempló las paredes del cuarto con estupor: ¿cómo era posible que los muros no temblaran, que no se rajaran ante tal cataclismo? Se abrazó a sí misma, sintiéndose incapaz de seguir adelante. ¿Qué iba a hacer ahora con sus días? ¿Cómo iba a aguantar la pena de existir? ¿Y cómo lograría no despreciarse a sí misma?


Dicen que la curiosidad mató al gato, pues eso es lo que me ha pasado a mi con Los tiempos del Odio. A veces me pregunto porque soy tan terco y leo libros que se que no me van a portar nada antes de leerlos; pero me puede más la curiosidad por Bruna Husky que todo lo demás. Alto precio el que tengo que pagar para saber de esta peculiar replicante. Y sobre todo lo que peor he llevado de esta lectura ha sido soportar ese dibujo de mundo del futuro tan cercano al nuestro.

miércoles, abril 29, 2015

El peso del corazón | Rosa Montero


Los humanos eran los lentos y pesados paquidermos, mientras que los replicantes eran rápidos y desesperados tigres, pensó Bruna Husky, consumida por la impaciencia de tener  que aguardar en la cola. Recordó una vez más aquella frase de un autor antiguo que un día citó su amigo el archivero: El ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación. Bruna se la sabía de memoria porque le había impresionado: ella era ese tigre atrapado en la diminuta cárcel de su vida. Los humanos, con sus existencias larguísimas y sus vejeces interminables, solían glorificar pomposamente las ventajas del aprendizaje; incluso de las malas experiencias, sostenían, se podían sacar cosas. Pero Husky no podía perder el tiempo en esas tonterías; como todo androide, sólo vivía una década, de la cual le quedaban tres años, diez meses y vetiún días, y tenía la certeza de que había saberes que no merecía la pena saber. Por ejemplo ella hubiera podido vivir muy feliz sin conocer la cochambre de las Zonas Cero; pero aquí estaba, tras haber hecho un viaje inútil a la miseria.
¡Buenos días! Estás abandonando la Zona Cero. A partir de este punto, sólo personas con autorización vigente, por favor. ¡Muchas Gracias!


Tenía mucha curiosidad por este segundo libro de Husky, pero me he llevado una pequeña decepción. En el primer libro de la saga, lágrimas en la lluvia, la historia tenía su gracia pero en el peso del corazón; todo se ha derrumbado como un ligero castillo de naipes. Y que no me vengan con lo del peso de la vida y la oscuridad de la muerte, porque eso ya se trato en el primer libro. Y nos quedó bastante claro a todos. La verdad es que es una pena, porque no hay por donde cogerlo.

sábado, abril 28, 2012

Lágrimas en la lluvia | Rosa Montero


Bruna despertó sobresaltada y recordó que iba a morir.
Pero no ahora.
Un latigazo de dolor le cruzó las sienes. El apartamento estaba en penumbra y al otro lado del ventanal caía la tarde. Miró aturdida el conocido paisaje urbano, las torres y las azoteas y los centenares de ventanas sobre los que las sombras se iban remansando, mientras sentía retumbar las punzadas en su cabeza. Le costó unos instantes advertir que el redoble no estaba únicamente dentro de su cráneo. Alguien aporreaba la puerta. El reloj marcaba las 19:21. Cogió aire y se incorporó con un gruñido. Sentada en el borde de la cama, con las ropas retorcidas y los pies descalzos sobre el suelo, aguardó unos segundos a que esa masa líquida en la que se había convertido su cerebro terminara de chapotear y se estabilizara en la vertical. Cuatro años, tres meses y veintinueve días, calculó mentalmente con rapidez: ni siquiera la resaca le impedía repetir su maniática rutina. Si había algo que la deprimiera más que emborracharse, era hacerlo de día. Por la noche, el alcohol parecía menos dañino, menos indigno. Pero empezar a beber a las doce de la mañana era patético.


Una novela que primero me ha sorprendido y a continuación me ha gustado. En un principio olía demasiado a la famosa película, Blade Runner, pero Rosa Montero es muy inteligente a la hora de desarrollar los personajes y la trama de esta historia que combina novela negra y ciencia ficción. También hay que destacar al personaje principal, la replicante de combate Bruna, que te cautivará desde el primer momento. Si te apetece leer una aventura que además reflexiona sobre la muerte y los recuerdos, Lágrimas en la lluvia puede ser un muy buen libro.