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lunes, abril 13, 2009

Firmin | Sam Savage


Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna vez llegaba a escribirla, tendría una primera frase excelente: algo lírico, como Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas, de Navokov; y, si no me salía nada lírico, algo arrollador, como Todas las familias felices se asemejan, pero cada familia desdichada es desdichada a su manera, de Tolstói. La gente recuerda estas palabras incluso cuando ya ha olvidado todo lo demás que hay en el libro. En lo tocante a frases de apertura, la mejor, a mi modo de ver, es el comienzo de El buen soldado, de Ford Madox Ford: Éste es el relato más triste que nunca he oído. Docenas de veces lo habré leído, y sigue dejándome patidifuso. Ford Madox Ford era uno de los Grandes.
En toda una vida de esfuerzos por escribir, con nada he luchado más varonilmente --sí, ésa es la palabra, varonilmente-- que con las aperturas. Siempre me ha parecido que si esa parte me salía bien el resto seguiría de modo automático.

Hacía tiempo que este libro también lo quería leer, pero me he llevado una pequeña decepción. Las 50 primera páginas me han sorprendido y me han hecho gracia pero luego como que todo es demasiado pueril. Parece ser que Firmin ha sido toda una revelación, no se, yo a los libros les pido más cosas ademas de que sean tiernos, yo tierno prefiero el pan. Una historia diferente que a veces esta bien ir intercalando con otras lecturas pero yo esperaba mucho más.