jueves, junio 04, 2015

Mañana salimos | Jean Bobet


 Sé muy bien que no sirve de gran cosa. Y además, es risible. Pero es así. Aunque la alusión a De Gaulle sea incómoda, no sé decirlo de otra manera. Durante toda mi vida me he hecho una determinada idea de la bicicleta. Esta idea personal, no mayoritaria en el microcosmos ciclista, no facilitó el curso de mi breve carrera como corredor. Pero no me ha impedido vivir con aplicación, con placer o con dolor, pero siempre con pasión, una experiencia que lamentaría haberme perdido. Cincuenta años depués es aquel periodo de mi vida el que más a menudo y más intensamente nutre mis recuerdos.
Fui un ciclista particular. De entrada, era una curiosidad etiquetada de intelectual. Estaba escrito en mi cara: llevaba gafas. Y además, era el hermano del otro. Todo el mundo lo sabía: Louison Bobet era el campeón.
Estas singularidades no me convirtieron en un corredor marginal -vivía feliz en el seno del pelotón-, pero sí en un corredor aparte. Es cierto, por ejemplo, que sumaba muchas más preocupaciones que éxitos, cosa que no se consideraba entonces, ni tampoco ahora, un punto positivo en el árido mundo de la competición. Pero también es verdad que mi posición particular me ofrecía unas condiciones de observación privilegiadas…


Pedro lo está intentando pero no hay manera que un libro de ciclismo, de momento, me atrape por completo. Hace tiempo me dijo que el libro de los hermanos Bobet lo haría. Pues no ha sido así; te entretienen, te cuentan cosas interesantes relacionadas con el mundo del ciclismo, pero en ningún momento te abrazan como un bueno libro. Tendremos otra conversación a ver cual es el siguiente.

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