Hoy en día muchas personas recurren a técnicas de reproducción asistida, tales como la inseminación artificial (IA) o la fecundación in vitro (FIV), ya sea por problemas de fertilidad, por padecer algún riesgo o enfermedad o, simplemente porque es una opción atractiva para los futuros padres dentro del abanico del que disponemos.
Pues bien, puede suceder que el riesgo de transmitir alguna enfermedad genética sea alto, en casos en el que uno de los progenitores es portador de cierta enfermedad, o por la edad de los ovocitos utilizados, y para ello existen empresas especializas en diagnóstico genético preimplantacional. Estas técnicas pueden utilizarse si la fecundación es in vitro, de tal manera que, una vez fecundado el ovocito y formado el óvulo en el laboratorio, y antes de proceder a su implantación en el útero, puede someterse a un estudio para determinar su viabilidad y si es portador de la enfermedad en riesgo.
De esta manera, antes del transferir el embrión al útero y de que continúe el embarazo, los padres podrán estar seguros de que su futuro hijo nacerá completamente sano gracias a un diagnóstico genético precoz. Este tipo de tratamientos forman parte de las increíbles ventajas que la ciencia del siglo XXI nos ha traído para que los aspirantes a padres y a madres puedan quitarse una preocupación más de encima.
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