Antes
Con No está solo flipé y lo normal es que a continuación leyese El ángel, el listón estaba muy muy alto y en esta entrega ya no me ha sorprendido tanto, pero me ha gustado. Sabíamos que era misión imposible superar a No está solo. Lo que tienen estás sagas es que al final te enganchas a los personajes y quieres saber que es lo siguiente y es eso lo que me ha mantenido ahí agarrado con uñas y dientes. Sandrone Dazieri en esta segunda entrega sigue con el mismo esquema de una trama en principio sencilla que con el paso de las páginas se va a ir complicando, y por supuesto la trama principal de esta trilogía va a dar un par de pasitos hacia adelante. Después de leerlo no me han quedado muchas fuerzas para leer El rey, está bien leerlos seguidos si cabe la posibilidad para luego no tener que rememorar nada, pero también hay ocasiones en que es mejor oxigenar y dar un poco de tiempo al siguiente para disfrutarlo plenamente. Y es lo que haremos con el último libro que ya sabemos que Sandrone va a dejar a nuestra pareja pendientes de un hilo muy muy fino.