lunes, mayo 06, 2019

Cementerio de Animales | Stephen King


Louis Creed, que se quedó sin padre a los tres años y no conoció a sus abuelos, no esperaba encontrar a un padre a los treinta y tanto años, pero esto fue exactamente lo que ocurrió..., aunque a aquel hombre él le llamaba amigo, como haría cualquier persona adulta que encontrara ya de mayor al hombre que hubiera debido ser su padre. Conoció al individuo la tarde en que él, su esposa y sus dos hijos se mudaban a la gran casa de piedra y madera blanca de Ludlow. Con ellos iba Winston Churchill. Church era el gato de su hijita Eileen.

El comité de la universidad encargado de buscar una vivienda en un radio de fácil acceso se había movido despacio, la búsqueda fue muy laboriosa y cuando ya se encontraba cerca del lugar en el que debía de estar la casa («Todos los hitos concuerdan… como los signos astrológicos la noche que precedió al asesinato de César», pensaba Louis morbosamente») los viajeros estaban cansados y con los nervios a flor de piel. Gage estaba echando los dientes y lloriqueaba casi sin parar. Por más que Rachel le cantaba, el pequeño no se dormía. La madre le dio el pecho, a pesar de que no era su hora. Gage, que conocía el horario tan bien como ella –o tal vez mejor–, la mordió con sus dientecitos nuevos. Rachel, que aún no las tenía todas consigo respecto a aquel traslado a Maine desde Chicago, de donde no se había movido en toda su vida, se echó a llorar. Eileen, al parecer por una especie de solidaridad femenina, la imitó. En la trasera de la furgoneta, Church seguía paseando incansablemente, como hiciera durante los tres días que habían invertido en el viaje desde Chicago. Si mientras estuvo en la cesta sus maullidos resultaban cargantes, no era menos molesto aquel continuo ir y venir que mantenía el animal desde el momento en que ellos se rindieron y lo dejaron suelto.



No soy muy fan del universo de Stephen King pero hay ocasiones en que si que leo alguno de sus libros. En esta ocasión como me quedé prendado de la imagen del cartel de la película tenía claro que antes de ver el film me iba a leer el libro. Siempre que se me plantea el dilema entre la pelí o el libro me decido por el libro.  Me ha sorprendido la historia y sobre todo la fluidez de la trama a lo largo de todo el relato, normalmente este género se me hace un poco pesado, empiezan con mucha fuerza y a lo largo de las páginas se va diluyendo. En esta ocasión Stephen King nos relata una historia sobre el duelo a las personas; a veces el dolor de la ausencia es tan insoportable que pensamos que es mejor intentar romper el ciclo de la vida.

2 comentarios:

Mónica-serendipia dijo...

Pues no he visto la peli, pero tuve que dejar de leer esta novela por las noches porque entraba un mal rollo. Me ha dado miedo auténtico, y eso es difícil en una lectura, es escalofriante. Además, si te gusta King, en esta novela encontrarás un montón de referencias y guiños a otras de sus novelas.
Lo que es la profesión, eh? mira que ir al cine porque te gustó el cartel... ;-)))) Besos

Mork dijo...

Yo debo de tener la cabeza del revés a mi no me dió miedo ni nada
debo de tener menos imaginación ;)
Si si lo de ver una portada o algo q me guste me entran ganas luego de verlo
deformación profesional ;)

besos Mónica