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martes, septiembre 17, 2019
El visitante | Stephen King
Era un coche sin distintivos, un sedán estadounidense cualquiera con unos cuantos años encima, pero los neumáticos totalmente negros y los tres hombres que iban dentro no dejaban lugar a dudas. Los dos de los asientos delanteros vestían uniforme azul. El de atrás, grande como una casa, llevaba traje. En la acera, un par de adolescentes negros, uno con un pie en un monopatín naranja muy gastado, el otro con su tabla de color lima bajo el brazo, observaron el automóvil mientras entraba en el aparcamiento del estadio Estelle Barga y luego cruzaron una mirada.
—La pasma —dijo uno de ellos.
—¿Me lo dices o me lo cuentas? —contestó el otro. Impulsando sus monopatines, se alejaron sin más conversación. Era una regla sencilla: cuando aparece la pasma, es hora de largarse. La vida de los negros es importante, les habían inculcado sus padres, pero para la pasma no siempre. En el campo de béisbol, el público empezó a animar y batir palmas rítmicamente cuando los Golden Dragons de Flint City, con una carrera de desventaja, salieron a batear en la segunda mitad de la novena entrada. Los chicos no se volvieron.
Cuando vi esta portada del libro sentí una fuerza irrefrenable por leerlo, con Stephen King, tengo sentimientos encontrados. O me gusta mucho o no me gusta nada. En esta ocasión el planteamiento y el desarrollo de la trama me ha encantado pero el desenlace de lo sobrenatural como que no me ha convencido mucho, debe de ser porque soy de ciencias y no de letras. Un libro sin complicaciones de puro entretenimiento.
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lunes, mayo 06, 2019
Cementerio de Animales | Stephen King
Louis Creed, que se quedó sin padre a los tres años y no conoció a sus abuelos, no esperaba encontrar a un padre a los treinta y tanto años, pero esto fue exactamente lo que ocurrió..., aunque a aquel hombre él le llamaba amigo, como haría cualquier persona adulta que encontrara ya de mayor al hombre que hubiera debido ser su padre. Conoció al individuo la tarde en que él, su esposa y sus dos hijos se mudaban a la gran casa de piedra y madera blanca de Ludlow. Con ellos iba Winston Churchill. Church era el gato de su hijita Eileen.
El comité de la universidad encargado de buscar una vivienda en un radio de fácil acceso se había movido despacio, la búsqueda fue muy laboriosa y cuando ya se encontraba cerca del lugar en el que debía de estar la casa («Todos los hitos concuerdan… como los signos astrológicos la noche que precedió al asesinato de César», pensaba Louis morbosamente») los viajeros estaban cansados y con los nervios a flor de piel. Gage estaba echando los dientes y lloriqueaba casi sin parar. Por más que Rachel le cantaba, el pequeño no se dormía. La madre le dio el pecho, a pesar de que no era su hora. Gage, que conocía el horario tan bien como ella –o tal vez mejor–, la mordió con sus dientecitos nuevos. Rachel, que aún no las tenía todas consigo respecto a aquel traslado a Maine desde Chicago, de donde no se había movido en toda su vida, se echó a llorar. Eileen, al parecer por una especie de solidaridad femenina, la imitó. En la trasera de la furgoneta, Church seguía paseando incansablemente, como hiciera durante los tres días que habían invertido en el viaje desde Chicago. Si mientras estuvo en la cesta sus maullidos resultaban cargantes, no era menos molesto aquel continuo ir y venir que mantenía el animal desde el momento en que ellos se rindieron y lo dejaron suelto.
No soy muy fan del universo de Stephen King pero hay ocasiones en que si que leo alguno de sus libros. En esta ocasión como me quedé prendado de la imagen del cartel de la película tenía claro que antes de ver el film me iba a leer el libro. Siempre que se me plantea el dilema entre la pelí o el libro me decido por el libro. Me ha sorprendido la historia y sobre todo la fluidez de la trama a lo largo de todo el relato, normalmente este género se me hace un poco pesado, empiezan con mucha fuerza y a lo largo de las páginas se va diluyendo. En esta ocasión Stephen King nos relata una historia sobre el duelo a las personas; a veces el dolor de la ausencia es tan insoportable que pensamos que es mejor intentar romper el ciclo de la vida.
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lunes, diciembre 15, 2014
Mr. Mercedes | Stephen King
9-10 de abril de 2009
Augie Odenkirk tenía un Datsun de 1997 que aún funcionaba bien pese a sus muchos kilómetros, pero el combustible salía caro, sobre todo para un hombre sin trabajo, y el Centro Cívico estaba en la otra punta de la ciudad; decidió, pues tomar el último autobús del día. A las once y veinte de la noche se apeó con la mochila a la espalda y el saco de dormir enrollado bajo el brazo. Pensó que a eso de las tres de la madrugada agradecería ese saco de plumón. Era una noche fría y neblinosa.
-Buena surte, amigo - dijo el conductor cuando Augie se bajó del autobús-. Deberías conseguir algo solo por ser el primero.
Pero en realidad no lo era. Cuando Augie llegó a lo alto del empinado y ancho acceso al gran auditorio, vio que frente a las puertas aguardaban ya más de veinte personas, algunas de pie, en su mayoría sentadas. Una cinta amarilla con el rótulo PROHIBIDO EL PASO, sostenida por postes, formaba un pasillo zigzagueante a modo de laberinto. Augie había visto ya antes ese dispositivo en cines, así como en el banco donde ahora estaba en números rojos, y comprendía su finalidad: apelotonar al mayor número de gente posible en el menor espacio posible.
Cuando se acercó al extremo de lo que pronto sería una fila interminable de aspirantes a un empleo, Augie vio con estupefacción y desaliento que la última era una mujer con un niño dormido en una mochila portabebés.
En ningún momento me esperaba un libro así de Stephen King; he disfrutado de principio a fin. Me ha encantado como dibuja a los personaje. Pero he de deciros que el que ha sido mi preferido ha sido el perturbado, obsesionado y demente. Lo único negativo que podemos decir de esta historia, es que el desenlace es un poco tópico típico.
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domingo, abril 10, 2011
La Cúpula | Stephen King
1ª Página.
A dos mil pies de altura, donde Claudette Sanders disfrutaba de su clase de vuelo, la pequeña localidad de Cherster's Mill relucía bajo la luz de la mañana como algo recién hecho y servido. Los coches avanzaban lentamente a lo largo de Main Street entre destellos de sol. El campanario de la iglesia de la Congregación parecía lo bastante afilado para perforar el inmaculado cielo. El sol recorría la superficie del arroyo Prestile mientras el Séneca V lo sobrevolaba: avioneta y agua cruzando la ciudad a lo largo del mismo curso diagonal.
- ¡Chuck, me parece que veo a dos niños junto al Puente de la Paz! ¡Pescando!- Se sentía tan feliz que se rió.
Las clases de vuelo habían sido cortesía de su marido, que era primer concejal del pueblo. Pese a ser de la opinión de que si Dios hubiese querido que el hombre volara, le habría dado alas, Andy era un hombre sumamente maleable, y al final Claudette se había salido con la suya. Había disfrutado de la experiencia desde el primer momento. Pero aquello no era mero disfrute; aquello era euforia. Ese día, por primera vez, había comprendido de verdad qué hacía que volar fuera algo tan extraordinario. Que lo hacía tan genial.
Chuck Thompson, su instructor, movió la palanca con suavidad y después señaló el tablero de mandos.
- No lo dudo - dijo-, pero hay que volar cara arriba, Claudie, ¿vale?
- Perdón, perdón.
- NO pasa nada. - llevaba años enseñando a volar y le gustaban los alumnos como Claudie, esos que estaban ansiosos por aprender algo nuevo. A Andy Sanders eso podría costarle una fortuna dentro de poco; a su mujer le encantaba el Séneca y había expresado su deseo de tener uno igual que aquel pero nuevo. Un aparato como ese debía de costar alrededor de un millón de dólares. Aunque no era lo que se dice una consentida, no se podía negar que Claudie Sanders tenía unos gustos bastante caros que Andy, un hombre afortunado, parecía satisfacer sin problemas.
La madre que me parió quién me mandaría a mi leer este libro. A uno le cuentan que Stephen King ha escrito un nuevo libro, y según dice la gente, es una pasada de entretenimiento. Un pequeño pueblo cuya población se queda atrapada dentro. Pues uno empieza a leer las primeras páginas, te envenenan, y quieres seguir leyendo a ver a que lugar te lleva, el problema viene cuando ya has leído unas 200 páginas y te das cuenta que la historia no avanza hacia ninguna parte. Como soy bastante cabezón y casi todo lo que empiezo lo quiero terminar, aunque no me guste, pues el problema viene cuando aún te quedan 900 y pico páginas cuya dirección apunta hacia el aburrimiento, el tedio, o la tesis doctoral sobre el comportamiento y tensiones de un conjunto de gente que se queda atrapada dentro de una vasija. Igual estoy siendo demasiado extremista pero me da la sensación que he perdido tres semanas de lectura. No me cabe la menor duda que seguramente de este libro saquen un guión superentretenido para hacer la típica película americana.
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