viernes, octubre 10, 2008
Los aires difíciles, Almudena Grandes
Cuando los Olmedo llegaron a su casa nueva, soplaba el levante. El viento hinchaba los toldos de lona hasta despegarlos de su armazón de aluminio y los dejaba caer de golpe sólo un momento antes de volver a inflarlos, produciendo un ruido continuo, sordo y pesado como el aleteo de una bandada de pájaros monstruosamente grandes. Un sonido rítmico, metálico, mucho más agudo y teñido de la denterosa pátina del óxido, se dejaba escuchar aquí y allá durante un instante, cuando el viento cesaba. Los vecinos recogían a toda prisa los toldos de sus casas, todos verdes, iguales. Juan Olmedo identifició enseguida el eco de las barras de hierro que giraban en las argollas y pensó que había tenido mala suerte. El contraste entre el cielo azul resplandeciente del sol que rebotaba como un balón de luz contra las fachadas de las casas, todas blancas, iguales, y la hostilidad de aquel viento salvaje, tenía algo de siniestro. Un par de veces, durante el viaje desde Jerez, mientras permanecían aislados del exterior, las ventanas del coche cerradas, el aire acondicionado en marcha, le había pronetido a Tamara bañarse con ella en el mar antes de la hora de comer, pero la perfecta mañana de playa que les tentaba tras los cristales, se había convertido de repente en una huracanada pesadilla. Ahora la niña caminaba un paso detrás de él, mirándolo todo con recelo y sus nuevos ojos fríos, pero sin atreverse a decir nada. Alfonso se haíba quedado atrás, pero Juan no se dio cuenta hasta que abrío con su llave una puerta marcada con el núnmero 37, para entrar en una casa que era suya aunque nunca la hubiera visto antes.
Tenía muchas ganas de poner este post. Creo que nunca había tenido una relación tan rara con un libro. Empecé a leerlo a finales del verano del 2007 y no me pareció gran cosa incluso me dió la sensación de ser un tostón, gran error. Sólución, cuando llevaba unas 200 páginas pasé de él, pero como tengo la mala costumbre de terminar cualquier libro que empiezo este verano volvía a la carga y me ha parecido un libro extraordinario, un poco lento al principio, pero una vez que llegas a la mitad es una historia que te agarra de la mano y no te la vuelve a sortar hasta que lo has terminado.
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libros
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