-Permettez-moi de vous présenter Sam McGuire -dice Charles.
Sam está de pie en la entrada con una caja de cervezas. Desde que su perra murió, Sam bebe mucha cerveza. Llueve y el cabello de Sam le chorrea sobre la cara.
-Hola -dice Susan sin mirarle.
-Hola -responde Sam. Se quita la gabardina y la extiende sobre la moqueta. Atraviesa la sala, entra en la cocina y mete una docena de cervezas en la nevera. Charles lo sigue.
-La que no habla es una amiga de Susan, de la universidad -susurra Charles.
Sam mira a Charles, se lleva las manos al pecho, las ahueca formando dos copas y las mueve arriba y abajo.
-Hola - Sam saluda a Elise sin moverse del sofá.
-Hazme sitio -dice Sam, y se sienta a su lado-. ¿Qué tal la universidad? -Ahora se dirige a Susan.
-Me tiene harta.
-Mejor que patearse las calles -dice Sam.
Elise se echa a reír y le pregunta a Sam.
-¿Haces la calle?
-¿Yo? ¿De qué hablas?
Una lectura rápida y extraña al mismo tiempo. ¿Por qué digo rápida? pues porque el libro es un diálogo, ya véis como es la primera página, pues todo así. Aunque pensando creo que es mejor decir fluido. Ann Beattie crea una historia triste a traves de unos personajes fracasados, tristes y rodeados de cotidianeidad. Mientras leía esta historia como que no me convencía mucho, debe de ser por esa sensación de fracaso que se respira en toda la obra, pero despues de metabolizarla, han pasado 2 semanas desde que lo leí, como que lo veo con otros ojos. Me quedo con el personaje de Charles, todos desearíamos un amigo así que siempre está cuando se le necesita, él no saber decir que no. Una novela para paladares muy exquisitos, ese tipo de gente si que le va a sacar toda la esencia a esta lectura.
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