domingo, enero 17, 2010
Tu rostro mañana. 3 Veneno y sombra y adiós
Uno no lo desea, pero prefiere siempre que muera el que está a su lado, en una misión o en una batalla, en una escuadrilla aérea o bajo un bombardeo o en la trinchera cuando las había, en un asalto callejero o en el atraco a una tienda o en un secuestro de turistas, en un terremoto, una explosión, un atentado, un incendio, da lo mismo: el compañero, el hermano, el padre o incluso el hijo, aunque sea niño. Y también la amada, también la amada, antes que uno mismo. Todas esas ocasiones en las que alguien cubre con su cuerpo a otro, o se interpone en la trayectoria de una bala o de una puñalada, son excepciones extraordinarias y por eso se destacan, y la mayoría son ficticias, están en las novelas y en las películas. Las pocas que se dan en la vida son impulsos irreflexivos o dictados por un sentido del decoro aún muy fuerte y cada vez más raro, hay quienes no podrían soportar que su hijo o su amada se fueran al otro mundo con la idea última de que uno no impidió su muerte, no se sacrificó, no dio su vida por salvar la de ellos, como si se tuviera interiorizada una jerarquía de vivos que ya va quedándose anticuada y pálida, los niños merecen más vivir que las mujeres y las mujeres más que los hombres y éstos más que los ancianos, algo así, así era antes, y esa vieja caballerosidad pervive en algunas personas, cada vez en menos, en los de ese decoro tan absurdo si bien se mira, porque, ¿qué debería importar el pensamiento último, el despecho o la decepción fugaces de quien un instante después ya estará muerto, sin más capacidad de decepción ni despecho ni de pensamiento?
Empecé a leer este libro, porque es un libro aunque haya tres tomos, en marzo del 2009 y hoy he terminado el tercer volumen. Qué decir de esta obra, que es asombrosa, que cuenta muy poco pero al mismo tiempo muchas cosas. Que cuando lees a Javier Marías sabes que se convertirá en uno de tus autores favoritos? He de decir que me ha dado pena abandonar a Jacobo o a Jaime o a Javier… porque yo siempre he identificado a este personaje con el escritor. Si tenéis ganas de leer buena literatura este es un libro que es absurdo que estéis retrasando su lectura, es como tener la mejor tarta del mundo y nos dediquemos a picotear unos pastelitos industriales que poco nos van a aportar.
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Javier Marías,
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