viernes, julio 12, 2024

Bajo Tierra Seca | César Pérez Gellida


El hombre de la cicatriz

Estación de ferrocarril de Zafra 
Provincia de Badajoz 
17 de abril de 1917, a las 9.56

Lo intenta, pero no logra que desaparezcan esos chillidos que se reproducen dentro de su cabeza. Tan agudos, tan estridentes, tan desesperados. 

Le atormentan. 

El hombre de la cicatriz en el rostro hace todo lo posible para no escucharlos, pero los oye como si fueran parte de su banda sonora vital. Tiene asumido que esos gritos le van a perseguir hasta el fin de sus días y, a pesar de ello, lo que le empuja a pensar que le convendría arrojarse a las vías del tren no es eso. Es tener la certeza de que si ella se lo pidiera de nuevo, volvería a hacerlo sin dudarlo.

Volvería a matar a sangre fría.

Volvería a desmembrar un cuerpo.

Volvería a alimentar a los marranos con su carne.

Como un animal salvaje enjaulado, el hombre de la cicatriz en el rostro camina de un lado a otro sin levantar la mirada de las desgastadas puntas de sus zapatos. Un mono azul de faena abierto hasta el pecho sobre una camiseta de tirantes que un día fue blanca y una gorra de obrero estajanovista completan su atuendo. Tanto de su aspecto como de su complexión física podría decirse que, 11 si bien en sus años mozos podía presumir de ser un tipo apuesto, hoy día no hay mujer en edad de merecer que se fije en él.




César Pérez Gellida es un autor que me encanta, tanto lo que cuenta como cómo lo cuenta. En Bajo Tierra Seca lo ha bordado, todos los libros que he leído de este autor ocurren en una época contemporánea, pero en esta ocasión César nos traslada a 1917 y eso hace que la novela sea más brutal. Como siempre el autor crea una maraña de personajes oscuros que van a hacer que no sueltes el libro hasta que lo termines. Merecidísimo el galardón de Premio Nadal 2024.


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