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jueves, enero 27, 2022

La Bestia | Carmela Mola


 Madrid, 23 de junio de 1834

Bajo el aguacero, que ha transformado el suelo arcilloso en un fangal, un perro famélico juega con la cabeza de una niña. La lluvia cae inclemente sobre las casucas, las barracas y los tejares miserables que parecen a punto de derrumbarse con cada ráfaga de viento. El Cerrillo del Rastro, no lejos del Matadero de Madrid, se inunda siempre que llueve.
Para llegar a este barrio pobre y olvidado, hay que bajar una rampa abrupta y salvar continuas cortaduras de terreno que forman barrancos aquí y allá. El agua golpea con fuerza en los tejados de hojalata, de paja, de ramas, penetra en las viviendas, crea charcos en la arena y cascadas en los taludes. No es extraño que nadie repare en el perro, en el gruñido juguetón con el que zarandea la cabeza que mantiene sujeta con los colmillos clavados en la mejilla.
Entre el estruendo de la lluvia, el gorgojeo histérico de una vieja arrodillada junto a un cadaver cubierto de barro en el fondo de un pequeño barranco.
_La Bestia.. vendrá a por todos. La Bestia nos matará…



Cómo disfruto con Carmen Mola, bueno con este trío de guionistas, Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, que porfín se han dignado a presentarse y desvelar quién estaba detrás del seudónimo Carmen Mola. En La Bestia nos vamos a encontrar una novela de aventuras divertida, entretenida, triste… donde vamos a disfrutar con todos los personajes pero sobre todo con Lucía una chica del arrabal dispuesta a todo para rescatar a su hermana pequeña. Todos los personajes están dibujados perfectamente por estos especialistas guionistas pero nosotros hemos sentido debilidad por Lucía y ese espiritu de lucha donde nunca da nada por perdido.

 

 

miércoles, octubre 16, 2019

La red púrpura | Carmen Mola



La mujer aguarda dentro del coche, abstraída del ambiente navideño. Al principio ha pensado que la radio podía servir de entretenimiento, pero no soporta la euforia impostada de los locutores, la obligación de transmitir alegría a los oyentes. La publicidad radiofónica, ya de por sí cargante, le resulta insufrible en estas fechas. Un villancico más y se abre las venas. Apaga la radio, ella no está para celebraciones. Mira el reloj. Es tarde, la espera se está alargando más de lo previsto. Cansada, se deja hipnotizar por el tráfico, por las luces de neón, por la muchedumbre amorfa que baja por la calle. Sale del coche para estirar las piernas y nota el frío de diciembre en las orejas, en la nariz, en el pelo. Camina hacia el Mercado de San Miguel y se asoma a la plaza Mayor por la calle de Ciudad Rodrigo. Imposible distinguir en esa marea humana al hombre al que ha venido acompañando. Cuando vuelve al coche, hay dos policías municipales tomando nota de la matrícula. Corre hacia ellos, se disculpa como puede. Ya se va, su marido está comprando un árbol de Navidad en el mercadillo, es solo un minuto. Tiene suerte: la multa no está en la red todavía y el policía de la libreta la conmina a buscar un parking. Inútil explicarle que están todos llenos; es mejor mover el coche, no arriesgarse a un cambio de humor de última hora, dar una vueltecita y rezar para que se hayan ido los municipales, pues su intención es parar en la misma esquina y subir dos ruedas a la acera para permitir el paso de otros vehículos.


Después de lo que gozé con el primer libro, La Novia Gitana, no he tenido ninguna duda en leer a continuación La Red Púrpura. No he disfrutado tanto como con el primer libro, no es tan redondo. Hay ocasiones que el desenlace de situaciones es demasiado rápido e incluso como que la diosa fortuna ayuda bastante, pero sigue siendo igual de adictivo y entretenido. Con lo que si he disfrutado es con el desarrollo de los personajes, en particular con el de Elena Blanco, es lo que tienen las sagas que al final casi es tan importante la trama principal como el crecimiento de los protagonistas. Supongo que habrá una tercera entrega y sin lugar a dudas la leeré. Destacar que si tienes la posibilidad de leer los dos libros seguidos no lo dudes porque La Red Púrpura es una continuación de La Novia Gitana.


martes, octubre 01, 2019

La novia gitana | Carmen Mola



Al principio parece un juego. Alguien ha encerrado al niño en un lugar oscuro y él tiene que intentar salir de allí por sus propios medios. Lo primero sería encontrar el interruptor de la luz, pero el niño no lo busca porque piensa que la puerta se va a abrir en cualquier momento.
La puerta no se abre.
También puede ser un concurso de resistencia, gana el que pasa más tiempo en silencio, el que no pide ayuda. El niño pega la oreja a la puerta de madera, desportillada. Oye un ruido ensordecedor, una moto que arranca y se aleja. Entonces comprende que está solo. Si empezara a gritar, notaría el eco de su voz en ese espacio lóbrego, lleno de polvo y humedad; pero está tan asustado que no le sale ni el llanto.
Ahora sí tiene que encontrar el interruptor de la luz. Tantea la pared. Evita los obstáculos, despacio, para no caerse. Hay una bombilla en el techo, tiene que haberla. La habitación cuenta con una ventana estrecha y alargada, en la parte superior de la pared, pero el sol se ha puesto hace una hora y ya solo quedan las primeras sombras de la noche.
No sabe por qué lo han encerrado.
En sus pasos de sonámbulo por la oscuridad tropieza con lo que parece una lavadora. Podría probar a ver si funciona, por lo menos le acompañaría el ruido del agua dando vueltas en el tambor; pero no lo hace. Sigue explorando el lugar, acariciando la pared con una mano, como un ciego. Quiere encontrar el interruptor, pero sus dedos golpean el mango de una herramienta. Es una pala que cae al suelo con estrépito.


Silencio, luces, cámara y acción. Me he quedado fascinado con esta novela, más que leer un libro ha sido como ver una película. Una prosa contundente, sencilla, directa, llena de giros que no paran de sorprenderte y como colofón final una última página que te dejará con la boca abierta y los pelos como escarpias. Sobre los personajes poco podemos decir, bien dibujados, pero Elena Blanco te va a cautivar aunque tenga todos los clichés del género. Y lo de la autora o autor también nos ha dejado descolocados; en estos tiempos en que todo debe de ser apariencia pues llega esta escritor@ y dice que no quiere saber nada de nadie, que le dejen en paz que quiere seguir con su vida anónima y que no nos va a decir quien es. Con dos ovarios o dos cojones vamos.
Si quieres leer una novela negra donde no hay una página de respiro y en el momento en que la empieces no vas a querer dejar de leerla, esta es la mejor opción.