El mundo nos rompe a todos y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas.
ERNEST HEMINGWAY, Adiós a las armas
A Eva no hace falta que nadie le diga que el mundo está roto.
Operadora de emergencias del turno de noche en Nueva Orleans, Eva McNabb oye los quebrantos de la humanidad a diario, ocho horas seguidas, cinco días por semana. Más, si hace doblete. Se entera de los accidentes de tráfico, de los atracos, los tiroteos, las muertes, las mutilaciones, los asesinatos. Oye el miedo, el pánico, la rabia, la ira y el caos, y manda a hombres hacia ellos a toda velocidad.
Porque son casi siempre hombres, aunque cada vez haya más mujeres en el cuerpo. Eva, sin embargo, piensa en ellos como en sus chicos, sus niños. Los manda a toda esa desolación y luego le pide al cielo que vuelvan de una pieza.
Vuelven casi todos, aunque a veces no, y entonces manda a ese lugar de quebranto a más de sus chicos, de sus niños. Literalmente en ocasiones, porque su marido era policía y ahora también lo son sus dos hijos.
Así que Eva conoce esa vida.
Conoce ese mundo.
Sabe que se puede salir de él, pero que siempre se sale roto
Los libros de Don Winslow me encantan y cuando vi que había un libro de novelas cortas me fui a por él de cabeza. Tenía un poco la mosca detrás de la oreja porque lo breve no me entusiasma mucho, pero en esta ocasión estas pequeñas historias han sido un gran placer donde he disfrutado de el crimen, la corrupción, la venganza, la justicia, la pérdida, la traición, la culpa y la redención. Don Winslow se caracteriza por escribir libros super extensos pero en estas mininovelas se mueve también como pez en el agua. Si aún no has leído nada de este autor este libro es perfecto para empezar a conocerle.