«Son las 12 de la mañana del 24 de diciembre, falta un día para Navidad. Camino por la calle tranquilo, con la cara desencajada y la mirada perdida. Todo parece que va a cámara lenta. Miro hacia arriba y veo cuatro globos de color blanco alzarse alejándose hacia el sol. Mientras ando escucho gritos de mujeres y noto cómo la gente a lo lejos no para de mirarme. A decir verdad, me parece normal que me miren y griten, al fin y al cabo, estoy desnudo, cubierto de sangre y llevo una cabeza entre mis manos. La sangre ya está casi seca, aunque la cabeza aún sigue goteando lentamente. Una mujer se ha quedado paralizada en mitad de la calle al verme.” “Casi suelto una carcajada al ver cómo se le cae la compra al suelo.
Todavía no me puedo creer lo que hice anoche, aunque en el fondo, tengo una sensación de tranquilidad y paz interior, que jamás había tenido. Es extraño, pero es la verdad.
Miro de nuevo a la mujer, y sigue quieta, inmóvil. Le dedico una sonrisa de oreja a oreja y veo cómo empieza a temblar. Dios, qué bueno soy.”
No es un libro para mi, soy asiduo de este tipo de lecturas pero Javier Castillo no ha terminado de convencerme. Es de agradecer la rapidez de la trama pero es demasiado fast casi comparable al fastfood. Apenas deja tiempo para que las cosas se cocinen, además hay sucesos importantes en la trama que apenas tienen un desarrollo y lo peor de todo es que hay cosas que chirrían. Si he decir algo positivo de esta lectura son las primeras páginas, hasta que uno de los personajes empieza a hablar, pero cuando vi una alusión clarísima a la película de Seven se me cayeron todos los andamios.