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jueves, marzo 08, 2018
El hombre que perseguía su sombra | David Lagercrantz
Lisbeth Salander volvía de las duchas tras haber estado en el gimnasio cuando la detuvo Alvar Olsen, el jefe de los guardias, y empezó a darle la tabarra. Era posible que el chico se encontrara algo excitado. Gesticulaba con vehemencia agitando unos papeles en el aire. Pero Lisbeth no oía ni una palabra de lo que le decía. Eran las 19.30.
En la cárcel de Flodberga, las 19.30 era la peor hora. Era la hora en la que pasaba el tren de mercancías con un ensordecedor traqueteo que hacía retemblar las paredes, la hora en la que los pasillos se llenaban del ruidoso tintineo de las llaves y de un olor a sudor y a perfume. A ninguna otra hora del día la prisión se convertía en un lugar tan peligroso como a las 19.30. Era entonces, al amparo del chirrido de las vías del tren y en medio del caos general que se originaba justo antes de que se cerraran las puertas de las celdas, cuando se producían los peores ataques. En esos instantes, Lisbeth Salander se mantenía siempre alerta, paseando la 12 mirada por todos los rincones de la unidad de seguridad; por eso no fue ninguna casualidad que, justo en ese momento, viera lo que le estaban haciendo a Faria Kazi.
Hay libros que no sabes muy bien el por qué se escriben. Es lo que nos ha pasado con El hombre que perseguía su sombra. No tiene la calidad de los tres primeros pero además pierde mucho con respecto al cuarto. Y lo peor de todo es que con un personaje como Lisbeth es un pecado capital no sacarle muchísimo más rendimiento. También cansa un poquito ya Mikael, Millenium y sus artículos bomba.
Si van a seguir sacando algún libro más de esta saga, que no me extrañaría un pelo, money is money.
Es el momento de romper este binomio Mikael-Lisbeth porque sino se van a parecer a los libros de: los cinco en el cerro…, los cinco se escapan, los cinco y el tesoro de la… Pienso que no es justo que se haga esto con la obra de Stieg Larsson.
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