Per Mörner tenía la mano izquierda abrasada, las costillas rotas, los ojos húmedos y la vista borrosa, pero aún conservaba sensibilidad en el cuerpo. Notó que le rociaban con gasolina, la tibieza del fluido. En comparación con el frío aire nocturno, la gasolina le pareció casi caliente cuando le resbaló por el pelo y penetró en la herida sangrante de su rostro y sintió que le escocía y le abrasaba.
El sosegado y rítmico gorgoteo del bidón de gasolina. Después el gorgoteo paró, y el bidón vacío fue a parar al suelo de roca caliza.
Ahora Per estaba de rodillas y con la ropa mojada en medio de un gran charco. Todavía se sentía aturdido por el golpe que había recibido en la cabeza, y los vapores de la gasolina lo aturdían aún más.
Intentó ponerse en pie apoyándose sobre los brazos. Pero le costaba enfocar la vista, y la figura que se cernía sobre él apenas era una sombra oscura recortada contra el cielo nocturno.
Como un trol, pensó Per. Era igualito a un trol.
-Walpurgis -dijo la sombra-. Esta noche se encienden hogueras en todas partes.
Luego sacó algo del bolsillo de la chaqueta, un objeto que emitió un débil tamborileo. Era una caja de cerillas.
Ahora Per ardería por los pecados de su padre.
Alzó la cabeza y de pronto se le ocurrió que aún podía hacer algo, pese a ser demasiado tarde: pedir compasión.
Al abrir la boca, le entraron gotas de gasolina.
-No diré nada -susurró.
Aunque tampoco podría hacerlo, claro. Ahora sabía demasiado sobre lo que habían hecho Jerry, Bremer y Markus Lukas.
Después de leer La Marca de Sangre decididamente podemos decir que Johan Theorin pierde fuerza. El primero de sus libros nos cautivó, el sengudo menos y el tercero no nos ha gustado para nada. Una historia que tarda demasiado en arrancar y cuando lo hace desde nuestro punto de vista no va hacia ningún lugar. Cuando leemos en la contraportada una de las mejores novelas del año según La Vanguardia, nos hace pensar que o la editorial paga por esa reseña o que el de el periódico no se lo ha leído. Seguramente que leeremos el cuarto libro pero por la dinámica que vemos… seguramente que con leer el primero será suficiente. Ojalá nos equivoquemos porque en su primera novela si que nos sorprendió.
After reading The brand of blood we definetely can say that Johan Theorin loses strength. His first book captivated us, the second one a little less, and we didn't like the third. A story that takes too long to start and, when it does, it doesn't go anywhere, from our point of view. When we read on the back cover that is one of the best readings of the year, according to La Vanguardia, it makes us think that they have been paid by the publishers, or that the reported hasn't read the book. We will probably read the fourth book but, as we see the dynamic, reading the first would be enough, surely. We hope we're wrong because his first novel was surprising.