Tengo el sueño pesado. Rachel siempre bromeaba diciendo que para levantarme había que usar una grúa. Pero esa regla no se aplica para el busca: el maldito trasto consigue despertarme al segundo bip. Es la consecuencia de siete años como residente. Si no respondías al busca a la primera, el jefe de residentes se hacía un tambor con tu culo. Y si no conseguías un hueco para echar una cabezada durante las guardias de treinta y seis horas, tampoco sobrevivías. Así que los cirujanos terminamos desarrollando una gran capacidad para quedarnos dormidos y una respuesta pavloviana al sonido del busca. Llevo cuatro años como médico de la plantilla y mis guardias se han reducido a la mitad, pero el condicionamiento continúa.
Fué el libro que me regaló Isi el día del libro. Una novela de puro y duro entretenimiento, donde Juan Gómez-Jurado teje un emocionante thriller. Lo que más destaco es el ritmo de la historia y a los dos personajes principales.