-Ay, preciosa, cuánto me alegro de oir tu voz
-dijo la madre de la chica por teléfono-. Me está traicionando el cuerpo otra vez. A veces creo que mi vida no es más que un largo proceso de traiciones del cuerpo.
-Cómo todas las vidas, ¿no? -dijo Pip.
Había adoptado la costumbre de llamar a su madre desde Renewable Solutions durante la pausa de la comida. Esto mitigaba en parte su sensación de no valer para ese trabajo, de tener un trabajo para el que nadie podía valer, o de ser una persona que en realidad no valía para ningún trabajo; y además al cabo de veinte minutos, podía decir con sinceridad que tenía que seguir trabajando.
-Se me cierra el párpado del ojo izquierdo -explico su madre-. Es como si tuviera un peso que tirase hacia abajo, como uno de esos plomos diminutos que usan los pescadores, o algo parecido.
-¿Ahora mismo?
-A ratos. No se si será parálisis de Bell.
-Sea lo que sea la parálisis de Bell, estoy segura de que no la tienes.
-¿Y cómo puedes estar tan segura, preciosa? Si ni si quiera sabes qué es.
-No sé… Quiza porque tampoco tenías la enfermedad de Graves. Ni hipertiroidismo. Ni melanoma.
Cada día me entiendo menos y sobre todo con los libros que leo. Hace un mes pasé por una librería y vi un libro de la editorial Salamandra. Me fije únicamente poque la portada era de un color blanco sucio, el diseño de la misma no seguía las líneas gráficas habituales de esta editorial y además era un tocho, ¡FLIPE!. Nunca había visto un libro de Salamandra con estas características físicas y como no, mi cerebro me dijo que no importaba sobre lo que versase, había que leerlo. Pureza es una lectura que me ha contrariado en bastantes ocasiones. Por momentos es una historia que te atrapa y en otras lo empiezas a detestar. Han pasado ya varias semanas después de haberlo leído y he de reconocer que es una muy buena lectura.
Una vez terminado el libro y leyendo este primer diálogo por segunda vez, ves claramente como Jonathan Franzen es una máquina que te está introduciendo en un universo muy pero que muy particular.
"El libro gira en torno a Purity Tyler, una chica recién licenciada que
persigue la identidad de su padre y vive en una suerte de casa okupa de
Oakland agobiada por una deuda universitaria de 130.000 dólares. Todos
la llaman Pip, como al protagonista de
Grandes esperanzas, de Charles Dickens...
Jonathan Franzen vuelve a la novela con ‘Pureza’